OpenAI debe entregar 20 millones de registros de conversaciones anonimizados de ChatGPT en una disputa por derechos de autor con The New York Times ( NYT) y otros. Los registros de chat son una prueba crucial en la investigación sobre si ChatGPT reproduce contenido informativo protegido por derechos de autor sin autorización, según la magistrada estadounidense Ona Wang.
La orden se basa en una solicitud de descubrimiento presentada en el marco de la demanda, en la que el NYT y otros medios de comunicación alegan que ChatGPT —y, por extensión, los grandes modelos lingüísticos subyacentes de OpenAI— utilizó indebidamente su contenido protegido por derechos de autor durante el entrenamiento, generando resultados que replican o resumen reportajes de pago. Los demandantes afirman que el acceso a los registros de chat de los usuarios revelará si ChatGPT regenera pasajes completos o parciales de sus artículos protegidos por derechos de autor y con qué frecuencia.
La jueza Wang rechazó las objeciones de privacidad de OpenAI, señalando que la empresa está obligada a eliminar nombres, direcciones de correo electrónico, números de teléfono y cualquier otro dato dedentantes de entregar los registros. Añadió que, además de estadent, el tribunal ya ha implementado múltiples niveles de protección para salvaguardar la información de los usuarios.
Se ha ordenado a OpenAI que publique el contenido siete días después de que se complete la anonimización. La compañía había advertido previamente que cumplir con la orden podría sentar undentpreocupante, señalando que la gran mayoría de las conversaciones no tienen nada que ver con la demanda.
El New York Times y los periódicos propiedad de MediaNews Group sostienen que los registros establecerán que OpenAI recopiló y utilizó su periodismo sin permiso.
Afirman que ChatGPT ha generado varios párrafos que se asemejan o repiten sus narrativas casi textualmente. Frank Pine, editor ejecutivo de MediaNews Group, criticó duramente a la empresa de inteligencia artificial. Dijo que OpenAI estaba alucinando al pensar que podrían salirse con la suya ocultando pruebas sobre cómo su modelo de negocio se basa en robar a periodistas dedicados . Los medios también negaron la afirmación de OpenAI de haber manipulado la inteligencia artificial para infringir el contenido.
Los registros, según afirman, servirán como prueba de que el chatbot ya podía crear contenido protegido por derechos de autor antes y sin intervención del usuario. El caso no trata de frenar la innovación en IA, según The New York Times, sino de garantizar la remuneración y la equidad del periodismo. OpenAI ha apelado la decisión del juez Wang ante el juez federal de distrito Sidney Stein, quien supervisa el caso.
La empresa argumenta que la privacidad del usuario no debe verse comprometida en los tribunales, y que cualquier divulgación de estos registros, incluso de datos anónimos, podría socavar la confianza en la empresa. Dane Stuckey, director de seguridad de la información de la empresa, había declarado previamente que tales exigencias de varios medios de comunicación contradicen las prácticas de seguridad sensatas e ignoran las protecciones de privacidad establecidas desde hace tiempo.
Los críticos argumentan que la resistencia de OpenAI sugiere que tiene algo que ocultar. Cuando los sistemas de IA se basan en contenido público, como el periodismo, para aprender y mejorar su contenido, la transparencia es necesaria, afirman.
La demanda por derechos de autor es una de varias interpuestas contra grandes empresas tecnológicas como Microsoft y Meta. En conjunto, los casos plantean importantes interrogantes sobre cómo las organizaciones que utilizan IA recopilan, comparten y monetizan información, así como a quién, en qué medida y cuándo solicitar una compensación.
Esto coloca a OpenAI en la cuerda floja, equilibrando la privacidad del usuario con las acusaciones de robo masivo de derechos de autor. También plantea preguntas más amplias sobre cómo estas interfaces de usuario de IA se ajustan a las leyes vigentes, las protecciones de la propiedad intelectual y la confianza social.
Si los registros indican que ChatGPT copiaba contenido informativo protegido por derechos de autor sin permiso, esto tendría graves consecuencias. No solo para OpenAI, sino también para el futuro del entrenamiento de IA, la sostenibilidad de los medios y los derechos digitales.
Por ahora, la decisión indica que los tribunales están dispuestos a equilibrar la innovación en IA con las protecciones heredadas de la propiedad intelectual , incluso si hacerlo complica las nociones de privacidad en la era digital.
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