El acuerdo de 300 mil millones de dólares entre Oracle y OpenAI, revelado por primera vez el 10 de septiembre, ha generado grandes pérdidas; concretamente, -74 mil millones de dólares.
El mercado eliminó 315 mil millones de dólares del valor de Oracle desde el anuncio, una pérdida que no solo borró el valor total del acuerdo, sino que también arrasó con el equivalente a General Motors más dos Kraft Heinz.
Mientras que los principales índices tecnológicos como el Nasdaq Composite, Microsoft y el Dow Jones US Software Index se mantuvieron prácticamente sin cambios, Oracle se desplomó.
La brutal caída no se debió a la presión general del mercado, sino a la apuesta de Larry Ellison. Oracle invirtió miles de millones en un acuerdo financiado a crédito, con la esperanza de convertirse en el principal socio de infraestructura de OpenAI. A los inversores no les gustó la idea. No cuando todo el modelo de negocio ahora gira en torno a un solo cliente y una misión ambiciosa: la inteligencia artificial general.
Oracle se posicionó como el motor de computación ideal para OpenAI de Sam Altman, ofreciendo lo que afirma son costos iniciales más bajos y un potencial de ingresos más rápido que otros gigantes de la nube.
Pero aquí radica el problema: Oracle no nada en cash como sus rivales. No es Amazon, no es Google, y mucho menos Microsoft. En lugar de obtener grandes beneficios operativos, Oracle está invirtiendo hasta la última gota de capital en el ambicioso proyecto de OpenAI, con la esperanza de que dé sus frutos más adelante.
En la reunión con analistas de Oracle celebrada el mes pasado en Las Vegas, la compañía afirmó que quiere alcanzar los 166.000 millones de dólares en ingresos por servicios en la nube para 2030. Para lograrlo, está invirtiendo 35.000 millones de dólares en gastos de capital solo este año.
Para 2029, se prevé que el gasto de capital anual alcance los 80 mil millones de dólares. Y eso solo para mantener el ritmo. A partir de 2027, Oracle apuesta por OpenAI para que se convierta en su principal fuente de ingresos. Todo, servidores, software y cash, recae sobre los hombros de OpenAI.
Pero la situación financiera de Oracle ya es delicada. La deuda neta de la compañía se ha duplicado con creces desde 2021 y ahora representa 2,5 veces el EBITDA. Se prevé que casi se duplique de nuevo para 2030. Peor aún, se proyecta que el flujo cash se mantenga negativo durante cinco años consecutivos. Esto significa que Oracle está, literalmente, endeudándose para jugarse el todo por el todo.
Puede que la operación ya esté fuera del alcance de las acciones de Oracle , pero la situación de la deuda de la compañía no se ha estabilizado. El coste de los swaps de incumplimiento crediticio (CDS), utilizados para protegerse contra el impago de la deuda, acaba de alcanzar su nivel más alto en tres años.
La liquidez en el mercado de CDS de Oracle tampoco es buena, pero la demanda se disparó tras la venta de bonos por valor de 18.000 millones de dólares en septiembre. Una prima de CDS que ronda los 100 puntos básicos no es excesivamente mala, pero demuestra la inquietud de los inversores. No todas las empresas que venden deuda de Oracle son ingenuas.
La pregunta ahora es si vale la pena anunciar un acuerdo con OpenAI. Hace unos meses, con solo mencionar "OpenAI" se disparaban las acciones de una empresa. En octubre, OpenAI consiguió warrants de AMD como parte de un acuerdo de chips, y las acciones de AMD subieron un 24 %.
Eso fue entonces.
¿Ahora? Ya no tanto. Oracle no es la única empresa en caída libre. Broadcom y Amazon también cayeron tras sus respectivos anuncios sobre OpenAI. Nvidia tampoco se movió mucho después de su inversión en OpenAI.
El supuesto auge de OpenAI empieza a parecer un espejismo que se desvanece.
Así que ahora Oracle está en un aprieto. Tiene una alianza de 300 mil millones de dólares que los inversores ya han castigado con una venta masiva de acciones por valor de 315 mil millones. Se enfrenta a un flujo cash negativo, una deuda creciente y un mercado de CDS que muestra señales de alerta. Todo por una sola empresa, una sola estrategia y una apuesta arriesgada por AGI.
La carrera armamentista de inversión en IA se acerca al billón de dólares, pero el mercado ya no premia a los que participan. Si Oracle no logra un repunte en el precio de sus acciones tras su mayor acuerdo hasta la fecha, el mensaje de Wall Street es claro: sin confianza, no hay impulso, no hay ganancia.
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