TSMC está frenando sus planes de rápida expansión, incluso cuando las empresas tecnológicas presionan para acelerar la producción y satisfacer la creciente demanda de inteligencia artificial.
TSMC, la fábrica taiwanesa que produce casi todos los procesadores de IA de alto rendimiento, se enfrenta a una creciente presión por parte de sus mayores clientes.
El director ejecutivo de Nvidia, Jensen Huang, reveló recientemente que su empresa necesita cumplir con pedidos por valor de 500 mil millones de dólares en los próximos dos años. OpenAI ha firmado acuerdos multianuales con Advanced Micro Devices para la adquisición de entre 3 y 6 millones de chips que generan seis gigavatios de potencia, además de otro acuerdo con Broadcom para diez gigavatios adicionales.
Esta fiebre por los procesadores con inteligencia artificial ha generado preocupación sobre si se podrá fabricar la cantidad suficiente. El fabricante taiwanés se encarga de la producción de casi todos los chips de IA de gama alta disponibles actualmente.
Huang viajó personalmente a Taiwán e instó a la empresa a duplicar la producción de chips de Nvidia. Elon Musk ha considerado la posibilidad de que Tesla construya su propia planta de semiconductores de gran envergadura para respaldar los proyectos de IA y robótica del fabricante de automóviles. Sam Altman, director de OpenAI, ha solicitado públicamente a TSMC que simplemente aumente su capacidad de producción.
El fabricante está respondiendo, aunque no al ritmo que desean los clientes. El gasto previsto para este año en nuevos equipos e instalaciones asciende a aproximadamente 41 000 millones de dólares, de los cuales más de dos tercios se destinan a los sofisticados chips que necesitan las empresas de IA. Esto representa un aumento con respecto a los 30 000 millones de dólares gastados el año pasado. Según informa el Economic Times, los analistas del sector prevén que el gasto alcance los 52 000 millones de dólares en 2027.
Sin embargo, al compararlas con los ingresos de la empresa, las inversiones en infraestructura de TSMC han disminuido y se prevé que sigan disminuyendo en los próximos años, a pesar de las crecientes quejas de los clientes.
Los diseñadores de chips tienen opciones limitadas más allá de TSMC. Intel, otrora líder en la fabricación, se ha quedado rezagada en la producción de procesadores de vanguardia. Samsung sigue siendo la única otra opción viable, pero enfrenta sus propios problemas. Tesla firmó un acuerdo de 16.500 millones de dólares con la empresa surcoreana de electrónica tron julio pasado para comenzar a fabricar chips de IA en Texas a partir del próximo año, aunque, según se informa, el proyecto está retrasado.
El gigante manufacturero taiwanés se encuentra ahora desbordado de pedidos. Ya han surgido señales de alarma. El mes pasado, CC Wei, su máximo ejecutivo, reconoció que la capacidad de producción de productos relacionados con la IA es muy limitada y que la empresa está trabajando intensamente para solucionar el problema. Mientras tanto, los pedidos siguen aumentando. El banco de inversión Jefferies prevé que Nvidia recibirá 6,3 millones de chips de IA el próximo año, lo que representa un incremento del 23 % con respecto al volumen de este año.
Se prevé que Broadcom, fabricante de chips para empresas de computación en la nube como Google y Meta, necesite 5,4 millones de unidades, lo que supone un aumento del 29 %. Los analistas de JPMorgan Chase creen que las dos variantes de chips más avanzadas de TSMC funcionarán a máxima capacidad durante los próximos años.
Sin embargo, aumentar la producción requiere una inversión considerable de dinero y tiempo. Una planta de fabricación de última generación cuesta alrededor de 20 mil millones de dólares y su construcción tarda entre tres y cuatro años. La construcción en Estados Unidos incrementa aún más los costos. TSMC se ha comprometido a construir seis nuevas fábricas avanzadas en Estados Unidos, con un costo combinado cercano a los 165 mil millones de dólares. La problemática situación del sector de la construcción en Estados Unidos implica que estas plantas cuestan sustancialmente más que instalaciones similares en Taiwán, además de tardar más en completarse.
Ampliar la capacidad también conlleva riesgos para TSMC, lo que explica su enfoque prudente. Históricamente, el sector de los semiconductores ha experimentado ciclos difíciles donde la escasez de oferta da paso a un exceso de capacidad. Los fabricantes suelen expandirse agresivamente durante los periodos de bonanza, solo para acabar con fábricas sin usar cuando finalmente disminuyen los pedidos.
Daniel Wu, del fondo de cobertura Bristlemoon Capital, señala que TSMC aumentó la inversión durante la pandemia para paliar la escasez de chips más sencillos.
Actualmente, su capacidad para fabricar esos procesadores está infrautilizada. Es probable que la empresa quiera evitar repetir ese error. También podría preocuparle que el mercado de chips de IA sufra una sobreoferta si Intel y Samsung finalmente solucionan sus problemas de producción.
Las empresas que demandan mayor capacidad no pagan nada hasta que TSMC la construye. Sin embargo, Wu señala que si TSMC invierte entre 80.000 y 100.000 millones de dólares en dos años solo para ver cómo se desvanece el auge de la IA, se enfrentaría a años de fábricas inactivas. Su cautela podría frustrar a los clientes, pero no deberían esperar que TSMC cambie de rumbo.
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