Estados Unidos ha advertido a la Unión Europea que su normativa digital podría perjudicar las relaciones transatlánticas a menos que se revise. Washington sostiene que las leyes imponen injustamente responsabilidades a las empresas tecnológicas estadounidenses y limitarían la libertad de expresión en internet.
La alerta se emite mientras Europa toma medidas drásticas contra la Ley de Mercados Digitales (DMA) y la Ley de Servicios Digitales (DSA). Estas leyes, cuyo objetivo es controlar plataformas poderosas y contenido en línea, ya enfrentan una fuerte oposición por parte de empresas estadounidenses que operan en Rusia, como Apple, Facebook y Google (de Meta).
Andrew Puzder, embajador de Donald Trump ante la Unión Europea, ha intensificado la ofensiva de Washington contra la normativa digital europea. En Bruselas, Puzder afirmó que Estados Unidos enviará informes formales a la Comisión Europea exponiendo sus preocupaciones. La idea, añadió, es iniciar conversaciones directas con funcionarios de la UE sobre cómo se configuran dichas regulaciones y cómo afectan a las empresas estadounidenses.
Dos proyectos de ley emblemáticos son centrales en la disputa: la Ley de Mercados Digitales (DMA), que busca limitar el poder que ejercen los "guardianes" como Google, Apple, Amazon y Meta sobre empresas más pequeñas; y la Ley de Servicios Digitales (DSA), que pretende obligar a las plataformas a vigilar el contenido ilegal o dañino. Estas leyes se encuentran entre las regulaciones tecnológicas más ambiciosas a nivel mundial y están redefiniendo la forma en que las empresas en línea pueden actuar en Europa.
Puzder argumentó que, si bien la legislación se redactó con la intención de parecer neutral, impuso restricciones más severas a las empresas estadounidenses que a las europeas. Añadió que los europeos consideraban las normas más permisivas de lo que creían los estadounidenses y enfatizó que ambas partes debían revisar las leyes con detenimiento.
Afirmó que ningúndentestadounidense, republicano o demócrata, podría permanecer impasible si se impusieran restricciones a las empresas estadounidenses o a los derechos fundamentales de sus ciudadanos. Añadió que si la legislación tendía a imponer penalizaciones económicas a competidores de fuera de Europa para beneficiar a la industria europea, Estados Unidos se opondríatron.
dent Trump se ha hecho eco de estos temores y ha amenazado con que su administración tomará represalias si algunas empresas estadounidenses son tratadas injustamente. Había amenazado con aranceles y otras medidas comerciales de represalia contra los países que discriminan a las empresas tecnológicas estadounidenses. A principios de este año, Trump sugirió que los aliados podrían verse sometidos a mayores aranceles sobre los automóviles y otros productos si no abordaban las normas digitales que Estados Unidos considera perjudiciales para sus intereses.
El discurso duro ilustra la seriedad con la que Washington se toma la agenda digital de Europa. Si bien EE. UU. y la UE lograron recientemente un acuerdo comercial que evitó una escalada arancelaria, la fricción sobre la regulación tecnológica corre el riesgo de reavivar las tensiones justo cuando ambas partes habían adoptado una mejora en sus relaciones.
La Comisión Europea ha negado que la medida sea discriminatoria. Sus funcionarios han afirmado que las normas son imparciales y se aplican a cualquier empresa, independientemente de su sede. Sostienen que las leyes son necesarias para garantizar una competencia más justa y entornos en línea más seguros.
Francia y Alemania han respaldado abiertamente a Bruselas. Ambos gobiernos afirmaron que Europa tiene la autoridad para regular su mercado digital sin ser obligada por Washington.
Margrethe Vestager, jefa de competencia de la UE, afirmó que la DMA era necesaria para evitar que las plataformas poderosas operaran sin restricciones. Aseguró que el bloque no relajará ni cancelará sus estándares bajo presión de Estados Unidos.
Mientras tanto, la Comisión ha iniciado una consulta pública sobre la posible simplificación de las normas digitales. Los críticos temen que el proceso pueda debilitar las protecciones, mientras que los grupos de presión del sector buscan normas más flexibles. La consulta está abierta hasta el 14 de octubre.
La disputa sobre la regulación digital podría eclipsar las recientes mejoras en las relaciones entre EE. UU. y la UE. Ambas partes acordaron un amplio acuerdo comercial que evitó una guerra comercial transatlántica en julio.
Pero el impasse digital podría debilitar esa buena voluntad. Las amenazas de represalias de EE. UU., por un lado, y las promesas de soberanía de la UE, por el otro, preparan el terreno para una difícil negociación en los próximos meses.
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