China ha levantado oficialmente su prohibición de exportación de galio, germanio y muchos otros minerales de alta calidad, al tiempo que ha congelado su investigación de represalia contra la construcción naval estadounidense.
El anuncio fue realizado el viernes por el Ministerio de Comercio de China, tras la reunión del 30 de octubre entre eldent estadounidense Donald Trump y eldent chino Xi Jinping en Busan, Corea del Sur, donde ambas partes acordaron ralentizar su prolongada disputa comercial.
Las restricciones suspendidas, que se introdujeron por primera vez el 9 de octubre, habían impuesto controles estrictos sobre los elementos de tierras raras, los materiales para baterías de litio y las tecnologías de procesamiento industrial, todos ellos fundamentales tanto para el material militar como para la industria de semiconductores.
Como parte de la misma desescalada comercial, Pekín ha revertido su decisión de diciembre de 2024 de restringir la exportación de materiales clave de alta resistencia, incluidos el antimonio, los diamantes sintéticos y los nitruros de boro, además del galio y el germanio.
Estos materiales se encuadran en la categoría de artículos de doble uso de China, lo que significa que pueden utilizarse tanto en productos civiles como en sistemas militares. Su anterior restricción fue una respuesta directa a las prohibiciones más amplias de exportación de semiconductores impuestas por Washington.
China también suspendió los estrictos controles que se habían introducido sobre las exportaciones de grafito, normas que exigían a los compradores estadounidenses explicar exactamente cómo y dónde se utilizarían los materiales.
Esa norma, que entró en vigor el pasado diciembre, había dificultado la actividad de las empresas estadounidenses que necesitaban el mineral para la producción de vehículos eléctricos y sistemas de guiado de misiles. Dichos controles también se encuentran suspendidos durante un año.
Estas flexibilizaciones a las exportaciones no surgen de la nada. China controla la mayor parte de la producción mundial de minerales críticos y tierras raras, y ha utilizado ese dominio para presionar durante las disputas comerciales.
Al suspender temporalmente estas restricciones, Pekín está reduciendo temporalmente su arma de presión económica a cambio de concesiones estadounidenses.
Si bien la noticia sobre los minerales acaparó los titulares, el acuerdo comercial también incluyó otra concesión importante: la administración de Donald Trump congeló su investigación sobre la industria de construcción naval de China.
La Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) declaró en un comunicado que la investigación se suspendió a la medianoche del lunes y que las conversaciones sobre los asuntos pendientes continuarán. La USTR no especificó cuáles eran esos asuntos, pero indicó que se celebrarán nuevas conversaciones con Pekín durante los próximos doce meses.
Poco después, el Ministerio de Transporte de China emitió su propio comunicado, confirmando que también suspendía sus medidas de represalia. Esto incluía la paralización del plan para imponer tasas portuarias adicionales a los buques procedentes de Estados Unidos, que debía entrar en vigor este trimestre.
Estas dos decisiones eliminan las presiones de costos inmediatas para las empresas que transportan mercancías entre ambos países. Si las tarifas portuarias previstas hubieran entrado en vigor, habrían aumentado los costos de flete y perturbado las entregas de materias primas globales clave como el petróleo , por no hablar de los bienes comerciales.
El conflicto por las tarifas comenzó a mediados de octubre, cuando China anunció su investigación marítima en respuesta directa al inicio de la suya por parte de Estados Unidos.
Además de levantar esas investigaciones, Washington accedió a aplazar la entrada en vigor, el 29 de septiembre, de una norma que habría incluido en la lista de entidades estadounidenses a las filiales de empresas chinas. Esta medida les impide hacer negocios con proveedores estadounidenses.
Esa norma ha sido aparcada, por el momento, como parte del entendimiento más amplio alcanzado en Busan.
En materia arancelaria, Trump acordó reducir los aranceles a las importaciones chinas en 10 puntos porcentuales y mantener en suspenso sus “aranceles recíprocos”, que originalmente estaban programados para aumentar nuevamente, hasta el 10 de noviembre de 2026.
Esa decisión elimina un punto de presión clave que ha estado afectando a las empresas tecnológicas, los fabricantes y la cadena de suministro global.
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