Vladimir Putin consiguió exactamente lo que estaba buscando cuando Narendra Modi y Xi Jinping se sentaron el domingo en Tianjin, China, para una rara reunión individual durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
Esta es la primera vez en siete años que Modi visita China, y la primera vez desde su enfrentamiento fronterizo de 2020 que ambos líderes acuerdan públicamente arreglar sus dañados lazos.
Ambos afirmaron que India y China no son rivales, sino "socios para el desarrollo", y que el objetivo ahora es reducir las tensiones y mejorar el comercio. La cita proviene directamente de un video publicado en la cuenta oficial de Modi en la red social X.
El debate tuvo lugar cuando los aranceles globales volvieron a cobrar protagonismo. Apenas unos días antes de la cumbre, Donald Trump, ya de vuelta en la Casa Blanca, impuso un arancel del 50 % a los productos indios.
La decisión de Trump se produjo en respuesta a las continuas importaciones de petróleo de la India desde Rusia. El momento oportuno obligó a Modi a actuar: en lugar de inclinarse hacia Occidente, se inclinó hacia Oriente, sentándose con Xi para calmar las cosas.
La reunión formó parte de un encuentro de dos días en el que líderes de Irán, Pakistán y cuatro países de Asia Central se unieron a Putin para impulsar lo que se denomina una alternativa del Sur Global al orden mundial liderado por Estados Unidos. Según la CNBC, no se trató de un evento secundario, sino del evento principal, y Putin tuvo un lugar privilegiado.
Modi aprovechó la reunión para presionar a Xi sobre el desproporcionado deficomercial de la India con China, que alcanzó un récord de 99.200 millones de dólares este año. Esta cifra ha sido un punto delicado para los funcionarios indios durante años, y el primer ministro dejó claro que quiere que se tomen medidas.
Pero el comercio no fue el único tema. Modi afirmó que India está "comprometida con el progreso de nuestras relaciones basadas en el respeto mutuo, la confianza y la sensibilidad", y que cree que la situación actual en la frontera del Himalaya es más estable que desde el enfrentamiento de 2020. "Paz y estabilidad", fueron palabras .
Sin embargo, persisten graves tensiones. Pekín sigue adelante con un gigantesco proyecto de presa en el Tíbet que, según Delhi, podría reducir el caudal del río Brahmaputra hasta en un 85 % durante la estación seca. La estimación proviene de funcionarios del gobierno indio.
Además, India aún alberga al Dalai Lama, el líder espiritual tibetano exiliado, a quien Pekín considera un peligroso separatista. Mientras tanto, Pakistán, el mayor rival de India, sigue enjdel pleno apoyo del gobierno de Xi en los ámbitos diplomático, militar y comercial.
Putin, quien pasó años entre bastidores intentando calmar las cosas entre Nueva Delhi y Pekín, especialmente a través de los BRICS, finalmente vio un avance real. El asesor del Kremlin, Yuri Ushakov, declaró a la prensa que Putin mantuvo una conversación "muy efectiva" y "detallada" con Xi antes del inicio de la cumbre de la OCS.
La reunión tuvo lugar en Tianjin, la misma ciudad donde se celebra la cumbre. Ushakov también afirmó que Putin compartió lo que él y Xi conversaron, incluidas las recientes conversaciones entre Moscú y Washington.
Putin aterrizó en China el domingo por la mañana para una visita de cuatro días, siendo la cumbre de la OCS su principal parada. Esa misma noche, durante un banquete de bienvenida a los líderes visitantes, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que Putin y Xi mantuvieron otra larga conversación.
Esto no fue un caso aislado. Putin aprovechó el banquete para programar reuniones adicionales con otros líderes. Peskov confirmó que Putin ya había acordado mantener reuniones bilaterales por separado con varios jefes de Estado y de gobierno durante la cena.
Esa es la estrategia. Putin se mantiene en la sala, trabaja al margen y consigue que India y China rompan el hielo mientras Estados Unidos se autoexcluye con aranceles.
Cada aspecto de este momento —la reunión entre Modi y Xi, la guerra comercial con Trump, las tensiones en el Brahmaputra y las conversaciones privadas entre Rusia y China— estuvo marcado por el realineamiento, no por discursos. Y todo ocurrió con Putin en el centro, sin necesidad de fanfarrias.
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