Nvidia y OpenAI firmaron el lunes un acuerdo de 100 mil millones de dólares que suena más como un apretón de manos diseñado para mercados impulsados por algoritmos que como una necesidad comercial real.
El plan es que Nvidia venda chips a OpenAI para centros de datos gigantes. A cambio, invertirá 100 000 millones de dólares en la compra de acciones no cotizadas de OpenAI, una cifra muy superior a los 72 000 millones de dólares que OpenAI ha recaudado en sus diez años de historia.
Ambas compañías afirman que esta medida ayudará a acelerar el desarrollo de la IA, pero la escala del acuerdo y la forma en que se anunció lo hicieron parecer más una actuación artística financiera que un requisito genuino.
En teoría, este acuerdo obliga a Nvidia a suministrar chips para modelos de IA como el GPT-5 de OpenAI, que se ejecutarán en una nueva generación de infraestructura. Pero luego viene lo curioso: Nvidia no necesita hacerlo.
La empresa ya es el principal proveedor de chips de IA avanzados, y sus competidores más cercanos aún luchan por alcanzarla. Incluso OpenAI ha intentado desarrollar sus propios chips, pero por ahora, siguedent en gran medida de Nvidia.
El acuerdo incluye la construcción de centros de datos con chips Nvidia y una capacidad mínima de 10 gigavatios. Estos no son solo para pruebas, sino que también entrenarán e implementarán modelos reales de IA.
Y aunque Nvidia proporcionará el hardware, también será inversor, aportando 100 000 millones de dólares a lo largo del tiempo para aumentar su participación actual en OpenAI. Esta estructura basada en acciones significa que OpenAI no deberá nada a cambio. Si el valor cae o los pedidos de chips no se concretan, Nvidia absorberá la pérdida.
Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia, no apuesta por la compañía. Con un flujo cash libre anual de aproximadamente 100 000 millones de dólares y una valoración de 4,5 billones de dólares, puede asumir un golpe. Pero la verdadera pregunta es ¿por qué hacerlo? El anuncio del lunes elevó la capitalización bursátil de Nvidia en 180 000 millones de dólares. No fue un mal día para los mercados, pero sí una pequeña ganancia para una empresa de ese tamaño.
La versión de Sam Altman es más clara. Se espera que OpenAI genere 12 000 millones de dólares en ingresos este año, pero no puede cubrir los enormes gastos de capital necesarios para mantenerse a la vanguardia. Para una empresa que afirma liderar la carrera de la IA, recaudar fondos a tantos debería ser fácil.
Aun así, todo el asunto apesta a rendimiento. OpenAI quiere parecer imparable en la carrera hacia la superinteligencia. Su valoración de 500 000 millones de dólares depende de esa convicción. Los planes para grandes centros de datos generan impulso. Para Nvidia, ser considerada el proveedor predilecto de chips de IA obliga a sus rivales a realizar compras de pánico antes de que sea demasiado tarde.
Inmediatamente después de conocerse la noticia, Nvidia intentó tranquilizar al resto de su base de clientes. «Nuestras inversiones no cambiarán nuestro enfoque ni afectarán el suministro a nuestros demás clientes», declaró la compañía en un comunicado. «Seguiremos priorizando a cada cliente, con o sin participación accionaria».
Esa declaración estaba claramente dirigida a empresas como Microsoft, Meta, Amazon y Alphabet, de las cuales Nvidia aún depende en gran medida para obtener ingresos. Estas empresas también se apresuran a construir infraestructura de IA.
Muchos están desarrollando sus propios chips para reducir su dependencia de Nvidia, pero mientras tanto siguen comprando al equipo de Jensen. Ahora, esas mismas empresas siguen de cerca la relación entre OpenAI y Nvidia.
Si se considera que Nvidia otorga acceso especial a OpenAI, los competidores podrían presionar más paradent. El temor a quedar rezagados en la lista de prioridades podría impulsarlos a acelerar el desarrollo interno de chips o a considerar con mayor seriedad alternativas a Nvidia como AMD.
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