El viernes, Donald Trump volvió a su tema favorito, los aranceles. En respuesta al anuncio de una gran empresa tecnológica estadounidense que planea trasladar la producción de China a India, Trump amenazó con imponer un arancel del 25% a su teléfono inteligente a menos que se fabriquen en EE.UU. para el mercado estadounidense. Aunque anteriormente había pedido traslados a EE.UU. de manera bastante clara, nunca antes había amenazado con imponer aranceles a empresas individuales, especialmente a una empresa estadounidense. No es sorprendente que las acciones de la empresa estuvieran bajo presión el viernes, señala el analista de divisas de Commerzbank, Michael Pfister.
"La magnitud de esta amenaza es sin precedentes. Hasta ahora, los aranceles han afectado a las empresas de manera indirecta, pero en tales casos, todas las empresas suelen verse afectadas por igual, dependiendo de sus sitios de producción. En el caso de los aranceles sobre los automóviles, al menos una industria se vio generalmente afectada. Sin embargo, ninguna empresa fue directamente apuntada. Especialmente no una empresa estadounidense. En los últimos meses, muchos analistas han argumentado que los aranceles no serán tan malos porque Trump toleró que las empresas trasladaran su producción de China a otros países durante su primer mandato en el cargo."
"Es poco probable que el objetivo del gobierno de EE.UU. sea que los consumidores estadounidenses sientan los costos más altos. Más bien, el gobierno de EE.UU. probablemente preferiría que las empresas trasladaran su producción a EE.UU. y cubrieran los costos más altos por sí mismas. Una gran empresa minorista estadounidense ya ha aprendido que al gobierno no le gusta trasladar los costos más altos a los consumidores."
"Si las empresas deben producir más caro en el futuro pero se les niega la oportunidad de cobrar precios más altos, tendrán que recortar sus márgenes. Esto afectaría su capacidad para pagar dividendos o recomprar acciones. En otras palabras, es probable que los precios de las acciones de las empresas bajo presión del gobierno de EE.UU. sean más bajos a largo plazo. Se puede estar en desacuerdo con esto desde un punto de vista político. Pero es poco probable que esto tenga un impacto positivo en el dólar estadounidense, especialmente dado las preocupaciones actuales en torno a los bonos del gobierno de EE.UU. debido al creciente endeudamiento gubernamental."